EL SUEÑO MARTIANO DE UN CANARIO UNIVERSAL
Por José Antonio Quintana García
Un joven nacido en La Palma, Islas Canarias, era bodeguero en Cuba. Se nombraba Manuel Pedro González y un día muy afortunado para él, llegó a sus manos una biografía de José Martí, la lectura de aquella obra transformó su existencia de tal forma, que dejó el empleo y, con los ahorros, se fue a La Habana, donde estudió el bachillerato y dos carreras universitarias.
Fue muy conocido por
los grandes intelectuales de su época y con algunos sostuvo una larga amistad,
entre ellos Gabriela Mistral y los sabios Fernando Ortiz y Alfonso Reyes.
Viajó
medio mundo, a veces impartía conferencias, otras investigaba, y en ocasiones
por el placer de conocer la naturaleza y los seres humanos de otras naciones.
De aquellos viajes memorables escribió reportajes y crónicas. Publicó dos
decenas de libros, y cientos de ensayos y artículos durante su trayectoria
académica y literaria. Pero nunca olvidó a José Martí. Y nosotros hoy tampoco debemos
olvidar a este ilustre canario cubano.
Ya
anciano, hizo la propuesta de crear la Sala Martí, de la Biblioteca Nacional de
Cuba, gestión que tuvo éxito en 1968 y constituyó el antecedente del Centro de
Estudios Martianos. Estaba obsesionado con la idea de que archivo del Héroe
Nacional cubano, en manos de Gonzalo de Quesada y Miranda, perteneciera al Estado
para que tuviera acceso a sus fondos, estudiantes y otros investigadores,
además para que se conservara la valiosa documentación.
No
descansó en alcanzar ese objetivo. Escribió una carta a Fidel Castro donde le solicitó interviniera en el
asunto. En el párrafo de presentación, al entonces Primer Ministro del Gobierno de la isla caribeña, apuntó:
“Hace
cuarenta y siete años que resido en los Estados Unidos y más de cuarenta que
leo, medito y estudio a Martí. De mi cátedra en la Universidad de California en
Los Ángeles han salido las dos tesis doctorales más eminentes que sobre Martí
se han escrito en ninguna lengua a país. He publicado siete libros sobre Martí
en inglés y español, y ahora, jubilado ya, y próximo a cumplir 76 años, he dedicado todas mi
economías acumuladas durante 15 años a crear esta Fundación José Martí cuyo fin
y propósito es promover el interés por Martí y estimular su estudio mediante
premios anuales en efectivo a las tesis doctorales de mayor calibre que sobre
él se escriban y trabajos independientes de gran significación”.

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