LA HIGUERA DE CÁNDIDO BERNAL MORENO

 Por Rayco Rodríguez Trujillo (Historiador) 


En lo más profundo del barranco de Magaña, debajo del risco de Jurga y donde comienza Marasul, levantó Cándido Bernal Moreno dos llanos que permitieron alimentar y sobrevivir a varias generaciones de Bernales. Hay que remontarse al último tercio del siglo XIX en la isla de La Gomera. Tiempos duros, una sociedad casi feudal y un aislamiento sólo superado por el eco del silbo en estos barrancos.

    Al fondo el cerco de La Tabaiba


Este hombre, con un esfuerzo titánico, no sólo tuvo que mover grandes cantidades de tierra y pesadas piedras sino que, además, tuvo que trazar un camino firme y estable por donde pasaran los animales que colaboraban en las duras tareas agrícolas (desde arar el terreno hasta subir las cosechas). De todo se cultivó en esos abandonados testigos de un pasado familiar: papas, plátanos, ñames, millo,...Para lograr arrancar un sustento que llevar a su casa de Magaña este hombre también tuvo que picar y encauzar toda una veta de tosca para dirigir el agua de lluvia hacia la zona de cultivo. Todo un ejemplo de fortaleza gomera y de superación personal.


   Miguel y la higuera de Cándido


Cada uno es libre de elegir sus mejores "influencers" y sus modelos a seguir pero algunos creemos que aquí, en nuestra tierra, tenemos honorables y valiosos ejemplos a seguir. Mujeres y hombres duros, laboriosos, solidarios y ejemplares que nos ayudan a convertirnos en lo que queremos ser. Intentamos transmitir humilde y honestamente estos valores. Y empezamos por casa. 

Un esqueje de una de las higueras de Cándido Bernal la plantamos en Alajeró y ya está dando sus primeros higos. Mis hijos ya comen higos de La Tabaiba. Los higos de mi tatarabuelo Cándido Bernal Moreno.


  La casa de mi tatarabuelo en Magaña


    La higuera de Miguel y Valentina


Y así mantenemos con vida a nuestro pueblo. Nunca dejaremos de ser lo que siempre hemos sido: un pueblo.



   El cerco de La Tabaiba

Como anécdota: vivió 107 años y los últimos 20 solito en esa casa levantada por él mismo en Magaña. Sus últimos meses los pasó en nuestra casa de Alajeró. Mi abuelo Aniceto siempre nos contaba que su último día, en Magaña, al subirse el viejo Cándido al mulo fue tan fuerte su despedida que el animal se asustó y salió al galope lomada arriba.

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