EL JEFE DE LOS SECUESTRADORES
Por José Antonio Quintana García joaquinta35@gmail.com
¿Quién
dirigió el secuestro más sensacional del bandolerismo criollo en Cuba durante
el siglo XX?
De Secundino Rosales, el emigrante canario, natural de Tenerife, jefe de los secuestradores del coronel y hacendado Enrique Pina Jiménez, en su colonia Dos Hermanas, hecho ocurrido el 3 de marzo de 1926, existe poca información.
Secundino, al centro, sentado, con las autoridades judiciales y oficiales del Ejército y la Guardia Rural, que dirigieron su persecución
Un trabajador que lo conoció dijo: “Una vez vi a Secundino Rosales […] y me pareció un hombre serio, con cara de buenos amigos […] Al hablar miraba a los ojos. Lo conocí en la Comercial cuando el golpetazo de la Moratoria. Él, como todos los isleños, vino a Cuba para guardar dinero y llevárselo a Islas Canarias con la idea de poner un negocito allá. Y como a todos los isleños, o casi todos, se le enredó la pita en Cuba por algún asunto y quedó mal parado. Lo que vino a romperle el paso doble fue Moratoria. Ahí perdió sus ahorros y se quedó sin apuntalamiento […] después de eso, a cada rato nos tropezábamos y nos poníamos a conversar sobre las cosas del ingenio, de las colonias. Era un buscavidas que se había empeñado en hacerse rico. Como tantos isleños en Cuba, nada más que tenía su trabajo”[1]
El juez Ángel González Cárdenas, a cargo del proceso legal en su etapa inicial, por su parte, escribió: “[…] había arribado a las playas de Cuba atraído por la hermosa leyenda del oro que se entonaba allende de los mares. Era hombre de buena conducta y durante mucho tiempo se afanó en trabajar y hacer ahorros. En la época de prosperidad nacional trabajaba sin descanso dieciocho horas diarias y se mantenía con jugo de caña por muchos días para hacer mayor la cantidad economizada”[2].
Un amigo de andanzas, después del secuestro, lo describió así: “es alto, bien formado, trigueño claro, pelo castaño claro, le faltaba un incisivo superior y puede vérsele un casquillo de oro a través de la cisura […] leía y escribía perfectamente y mostraba un interés por la lectura de periódicos”.[3]
Caricatura publicada en La Semana
Secundino vivía en Cuba desde 1912. Laboraba como obrero agrícola en la colonia de Pina. Según sus palabras: “…me dediqué exclusivamente a trabajar, llegando a ahorrar honradamente 600 pesos, que perdí cuando la quiebra del banco español. Gané más tarde a un colono de esta jurisdicción 200 pesos que descaradamente se negó a pagármelos.”[4]
Sus últimos días. Fue capturado el 22 de mayo en Caibarién y, sin llevarle a juicio lo asesinaron en el Cuartel de la Guardia Rural de Ciego de Ávila el 11 de julio de 1926.



Comentarios
Publicar un comentario